EL JUDO GADITANO, SURGIÓ EN LA ESCUELA SALESIANA DE SAN IGNACIO
D. Manuel Ruiz Guerrero fue director de la Casa de Cádiz, en dos ocasiones entre 1963-1967 y 1980-83, en el segundo directorado, organizó las crónicas de la casa, encuadernando en varios volúmenes fotografías hasta entonces dispersas, en ellos incluyó algunos escritos que contextualizasen algunas de las imágenes.
En el tomo del año 1966-67, se incluye un informe sobre los inicios de
la práctica del Judo en la escuela y por ende como explicaré a continuación en
la provincia de Cádiz, el informe se realizó 15 años más tarde, en 1979, por
uno de los chicos que comenzó esa actividad deportiva, D. Carlos Calvo Clavero.
Desde una perspectiva histórica, pasados más de 40 años, se puede
afirmar que las décadas de los 60, 70 e inicios de los 80, constituyen un
momento de expansión, diversidad y apogeo de la actividad deportiva, sin
parangón, en la escuela de San Ignacio.
La crónica manuscrita de la Casa, afirma el 22/5/1968:
“Regresa de
Madrid D. Felipe Gamero tras asistir al equipo de Judo que ha participado en
los Concursos Nacionales; el equipo del colegio se ha clasificado en tercer
lugar recibiendo en premio una placa de bronce”.
¿Cuál es el origen de este éxito deportivo de alcance nacional?
A mediados de los 60, el judo era
una disciplina deportiva totalmente desconocida en Cádiz. En el verano de 1965, un grupo de
15 alumnos de la escuela, entre 11 y 14 años, dirigidos por dos jóvenes de
veintipocos años, José Luis Puig y José Arellano Campos (antiguo alumno de la
escuela) que se habían iniciado en la práctica del Judo durante el servicio militar,
no tenía muchos conocimientos, pero sí con muchas ganas.
Lo primero un tatami y un local, D.
Manuel Ruiz, le cedió un aula vacía, en el semisótano del recién inaugurado
edificio del externado (de Enseñanza Primaria), y el tatami, afirma la crónica:
“A
través del Jefe de Estado Mayor del este Gobierno Militar de Cádiz Ilmo. Sr. D.
José Pettengui Estrada (se le facilitó) unas colchonetas de desecho del
ejército, sobre su dura borra, que luego se sustituyó por serrín, empezaron a
entrenar”.
Pero:
“Llegó
el momento en que consideraron que aquel “tatami” era indigno de sus progresos
y teniendo en cuenta que sus sudores sobre la lona lo había convertido en un
bloque de lo más parecido al cemento,
empezaron a segar con los cuchillos que distraían de sus casa y sus cortaplumas
infantiles, aquellos juncos que crecían en la dunas de Cortadura por un curioso
método, un grupo era desplazado hasta allí, uno a uno por la moto de sus
profesores y empezaban a segar, cuando se calculaba que ya había suficiente
cosecha con otro paquete que portaba el saco, se regresa al colegio, se vaciaba
y vuelta a empezar, otros hacían apresuradamente manojitos atados con cuerda de
aquellos juntos y así, con la constancia que ponen los niños en los que le
gusta fueron completando un maravilloso tatami cubierto por una lona comprada a
escote entre todos ya fue el paraíso…”
Todo muy austero y sobre todo
artesanal.
No hay práctica deportiva sin
competición y esta llegó pronto, a falta de judokas en Cádiz y los alrededores,
la primera fue con Sevilla, considerada pionera en este deporte; continuo con
la crónica:
“Con cintos negros y todo, vinieron a comerse el colegio y se fueron con las orejas gachas, no consiguieron ni una victoria, todos los trofeos se quedaron en esta Los hermanos Díaz San Ignacio, los Calvo Clavero, etc. Demostraron que habían desbordado a sus maestros, …”.
El grupo se consolidó y a él se
fueron incorporando otros alumnos de la escuela, creciendo en número,
participando en diversas competiciones de diferente ámbito así:
“La competición Nacional a través de la Delegación de Juventudes (de la época), con anécdotas curiosas y simpáticas, una de ellas que en determinada ocasión fueron tres al campeonato de España Infantil, dos estrellas, Fidalgo y Raúl Calvo (se refiere a los dos mejores judokas del grupo) y un acompañante, Pacheco, éste iba prácticamente para llevar la pancarta de Cádiz, fue el campeón de España en aquellos juegos, los otros ni las olieron. Todos representando a su colegio salesiano”.
Desde este núcleo
originario de la escuela, la práctica del judo, se extendió por la ciudad, con
la creación de clubs específicos, entre ellos el IPON, a ello contribuyó la
apertura del Pabellón Deportivo Provincial Fernando Portillo, donde se
centralizó en un primer momento la práctica.
El grupo de Judo siguió
entrenando en la casa salesiana hasta inicios de los 80; semilla dio sus frutos
abundantes, en 1979 ya había más de 2000 judokas federados en Cádiz.
Sin duda la aportación de los hermanos Calvo, fue fundamental, Raúl Calvo falleció en 1971 (tenía solo 20 años), en un desgraciado accidente deportivo. En salesianos cursó la especialidad de electricidad, participó representando a nuestra escuela en el Concurso Nacional de Aprendices, obteniendo el 2º puesto nacional, así lo narra la crónica del 21/12/1969.
“Recibimos
de Vigo la agradable noticia de haber quedado subcampeón nacional en el
Concurso de Aprendices el alumno de esta escuela de Electricidad, Raúl Calvo
Clavero, en la especialidad de electromontaje habiéndole concedido el jurado la
medalla de plata como premio asignado a dicho puesto”.
Han pasado 60 años
desde entonces; hoy como ayer, el sistema educativo salesiano (casa, patio,
escuela y parroquia) promociona el deporte y lo reconoce como un elemento de
gran valor, y lo desarrolla con diversas formas de organización y
reglamentación, integrándolo en el proyecto educativo pastoral (PJS, cuadro de
referencia, 2014, págs. 251).
Copyright Manuel Holgado García, 2024.06.24
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