DON JOSÉ MARÍA PEMÁN, COLABORADOR LITERARIO DE LA REVISTA DON BOSCO (1924-29), primera parte.
Firma de Pemán, que se
incluye al pie de sus colaboraciones.
Ya
en el primer número de la revista Don Bosco, en julio de 1921, se planteaba como
una de sus líneas editoriales:
“Habrá luego una colaboración selecta de firmas que
nos deleiten y nos enseñen”
Esta
fue una realidad durante todo el
periodo en el que Don Bosco se imprimió en la casa salesiana de
Cádiz.
Desde
1921 hasta 1929, la revista fue
dirigida por Francisco Cervera y
Jiménez-Alfaro (1893-1984), antiguo alumno de la casa de Utrera,
vicepresidente de la asociación de Cádiz y “alma máter” de la revista. Él, utrerano de nacimiento, se licenció en Derecho por la
Universidad de Sevilla y en Filosofía y Letras (Sección Historia) por la
Universidad de Madrid. Fue director del Museo Arqueológico de Cádiz, entre 1920
y 1926. Además, era funcionario del Cuerpo de Registradores de la Propiedad, su
traslado como registrador a Infiesto (Asturias) hizo que tuviese que dejar la
dirección de la publicación. Sus estudios universitarios y su labor profesional
en el museo gaditano le permitieron
mantener relaciones de amistad y profesionales con personas que colaboraron con
sus escritos en la revista. Tal es el caso de César Pemán Pemartín, de su hermano José María y de Augusto Conte
Lacave, entre otros muchos, y que en esa época formaban parte de la
intelectualidad de Cádiz.
José
María Pemán
(Cádiz, 8 de mayo de 1897 - 19
de julio de 1981), el hermano menor de los Pemán, había estudiado bachillerato
con los marianistas; licenciado en Derecho por la Universidad
Hispalense y doctor por la Central
de Madrid. Sin embargo, su labor como abogado fue escasa y solo al
principio de su vida profesional. Pronto se inclinó hacia la literatura,
cultivó todos los géneros literarios sin excepción, destacando muy
especialmente en el teatro, el periodismo y la poesía, sobresaliendo notablemente
como orador y dedicándose en
menor medida a la novela, al cuento y al ensayo. Desde 1924, colaboró con la Revista del Ateneo de Jerez de la Frontera hasta llegar a ser
elegido presidente pocos años más tarde. Su colaboración con la revista 'Don Bosco' comenzó en marzo de 1924 y se dilató hasta diciembre de 1929,
eso sí, de forma no periódica ni constante. Sus colaboraciones se insertan
fundamentalmente en el género lírico
y en la narración de viajes.
Los
primeros escritos en prosa de Pemán, obras de juventud, son unos apuntes de
viaje, tomados de su obra "Mi
Cuaderno de Apuntes Íntimos", en los que plasma sus recuerdos de un
viaje a Madrid, El Escorial y Ávila. De esta obra, se publicaron en la revista "Don Bosco" seis entregas en 1924, en los números de
marzo (p. 512), de abril (pp. 534-535), de julio (pp. 600-601) y septiembre (pp. 642-643), estas últimas con
el subtítulo "Glosas de una visita a El
Escorial" y "Glosas de
una visita a Ávila". Se trata de artículos breves, de una o dos
páginas a doble columna, en los
que se insertan a veces algunos grabados ilustrativos de los monumentos
descritos; otras veces el grabado aparece como un anexo a toda página, eso sí,
con sus respectivos pies de página.
Abogado notable, orador
elocuente, poeta inspiradísimo y castizo prosista, es José Mª Pemán uno de los
más altos y positivos valores de la juventud católica española (DB, 1924.10)
En
estas líneas Pemán, muestra sus dotes de gran observador, su conocimiento de
los clásicos españoles y grecorromanos, así como de autores románticos
franceses.
Con un estilo claro, sencillo, en
ocasiones brillante y no exento de humor y a veces de ciertas dosis de ironía, trasciende la mera descripción
detallada de los lugares que visita,
de los paisajes, monumentos, costumbres y tradiciones locales, para, desde una
perspectiva personal, reflejar
las emociones, percepciones y reflexiones en paralelo con temas trascendentes —la fugacidad de la vida, las relaciones
sociales y políticas—, en las que trasluce su visión y compromiso con
los valores del catolicismo social.
Así frente a la grandiosidad del monasterio escurialense,
reflejo de la grandiosidad y preeminencia de la monarquía hispánica de Felipe
II, afirma:
“Me he quedado en la Iglesia solo, completamente solo,
con un grano de polvo ante la inmensidad de las naves desiertas. Estoy quieto
como una estatua, recogido en mi mismo, procurando callar el ritmo de mi pulso”
Sobre
la fugacidad de la vida y de las riquezas terrenales
“Cuando estuvieron en la Corte… cuando recibieron el
acatamiento de todos, fue un momento pasajero, fugaz, instantáneo en el correr
de los tiempos…
El verdadero Carlos, el verdadero Felipe, no son los
que nos pinta la Historia, rodeados de grandezas reales, son éstos, éstos que
están aquí, en esos féretros de mármol y bronce”
Monasterio del El Escorial tomada de DB 3.1924 p 513.
1. Erigido en los montes que
dividieron ambas Castilas, este Monasterio, imponente por su magnitud,
majestuoso y sublime como la religión divina que le dio el ser, severo y
melancólico como su augusto fundador; fábrica verdaderamente o portentosa por
lo bello y delicado de sus líneas, por lo bien entendido de sus proporciones,
por la atinada combinación de todas sus partes; por la exquisita sencillez de
que hace gala en medio de su misma grandeza. Grandioso y severo como la
expresión de la España de entonces que celebraba sus triunfos y levantaba esta
“octava maravilla” que es a la vez el Templo
de Castilla panteón de sus Reyes. (DB 1924.3)
Sobre el orden natural, la
tolerancia y el entendimiento mutuo, a partir del costumbrismo de una
fila de mozas que recogen el agua de la fuente pública en una plazuela de El
Escorial
“¿Qué lealtad tan cabal en guardar, por un tácito
convenito, el puesto de la que tuvo que apartarse unos instantes!... ¡que
ausencia absoluta de peleas, bravatas o de abuso fuerza! ¡que derroche de buen humor!
... ¡que sonar de risas y de coplas! … Lo repito: dura lección la de aquellas
mozas de cántaro para estas naciones que se matan … para esas clases que se
odian.”
1.
En la paz de este claustro
gótico (se trata de un error, es de
estilo renacimiento) hay un ambiente encantador de placidez, de quietud, de
silencio. Los arcos primorosamente calados, las columnas esbeltas, los árboles
que ensombrecen el jardín, todo parece dormido en un sueño de paz. (DB 1924.9)
Las dos últimas entregas
se publican en el mes de diciembre de 1924 (p. 725) y en enero de 1925 (p. 777),
bajo el título de "Al margen de la
vida y de los libros". En ella, el autor ya no habla de viajes,
sino de unas personalísimas observaciones sobre diversos asuntos morales.
Pemán,
excelente orador, recoge en este artículo, en un decálogo, reglas cómodas y
sencillas para ser un perfecto orador, que él atribuye a un prohombre del
antiguo régime
“VIII Cuando alguna idea te parezca atrevida o dudosa,
atribúyesela a un escrito famoso. Así te prevendrás de censuras y, al mismo
tiempo, adquirirás, por justa reciprocidad el derecho de atribuirte a ti sus
ideas.”
Parece que en
estas reglas Pemán hizo lo
mismo, atribuyendo a un autor
reconocido, su propia práctica
en la oratoria.
Esta entrada se ha
publicado en la revista Don Bosco, nº 772, de septiembre-octubre de 2025,
pp. 26 y 27. Os adjunto los archivos de ambas páginas a continuación. Por
razones de espacio, en la publicación de la revista se redujo parte del texto
original del artículo, incluyo a continuación el artículo escaneado.



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